miércoles, 10 de noviembre de 2010

La Guerra Civil: Historias perdidas en la zona del Moncayo

La II República Española supuso el mayor esfuerzo modernizador y democratizador de España durante el siglo XX. Sin embargo, este intento de implantación de la democracia fue “derribado” por el golpe militar de 17 de julio de 1936, dirigido por el general Franco, que las fuerzas rebeldes destruyeron, con el objetivo de implantar un Estado totalitario según el modelo entonces creciente de Alemania e Italia. Este golpe militar dividió al país en dos, acrecentándose una relación de odio entre ambos bandos que supuso el comienzo de la denominada Guerra Civil Española.

La Guerra Civil no se vivió de igual manera en unas zonas geográficas que en otras debido a que unas zonas estaban en manos de los Nacionales y otras en manos de los Republicanos. Estas zonas fueron pasando en muchos momentos de un bando a otro (un ejemplo es la ciudad de Teruel), sin embargo finalmente los sublevados consiguieron la victoria.

Ha habido muchos estudios sobre la Guerra en todo el territorio español, sin embargo en el olvido han quedado un sinfín de historias que sus protagonistas se han llevado a la tumba. Con ese objetivo de búsqueda de historias olvidadas hemos investigado como vivieron la Guerra Civil los ciudadanos de la Comarca del Campo de Borja, situada a las faldas del monte Moncayo.

La Comarca de Borja se caracterizó durante la contienda por ser una zona dominada por el bando franquista, sin embargo hubo algún pueblo como Mallén en el que la fuerza republicana fue visible. En este pueblo afloraron muchas historias de asesinatos. Una de las historias más conocidas fue el asesinato en la localidad vecina de Fréscano en la que  unos combatientes de la guerrilla antifranquista, los llamados Maquis, fueron denunciados y acribillados a tiros por una patrulla de la Guardia Civil mientras salían de una cabaña en una zona llamada “Carasol”, situada en dicha localidad. En el pueblo de Mallén quedan actualmente vestigios de la Guerra como la sede de la Unión General de Trabajadores  (UGT), que fue arrebatada a los socialistas durante la Guerra, aspecto que siempre es recordado dentro de la organización. Otro de los bienes que queda en la localidad de Mallén son diferentes monolitos que honran a los caídos en uno y otro bando. Mientras el monolito de los caídos Republicanos hace honor a lo que las personas representaban y se encuentra en la parte central del cementerio, el monolito destinado a los caídos por el bando Nacional se encuentra en pésimas condiciones y situado dentro de la caseta de autopsias de dicho cementerio ( cuando en otros tiempos estaban en fachadas de iglesias o lugares importantes y emblemáticos de muchas localidades).

Situado cerca de la localidad de Mallén, podemos encontrar el pueblo de Agón donde hemos encontrado una historia bastante peculiar. El maquinista del salto de aguas de las acequias de Agón fue condenado a ser fusilado. Sin embargo al recibir el disparo denominado “tiro de gracia”, este le entró por el lateral de la cabeza y le salió por el ojo, dejándolo así tuerto de por vida. Debido a que el “tiro de gracia” no permite realizar otro disparo para rematar al individuo, el maquinista fue llevado preso.

Por otro lado, mientras en pueblos como Mallén la fuerza republicana fue visible, en otras zonas de la comarca, como Ambel, predominaba el bando de los Nacionales.


En Ambel hemos podido conversar con Luciano Lajusticia, su hermana María Lajusticia y el marido de esta, Tomás Montorio, quienes gustosamente nos han contado como era la vida en la Villa durante el desarrollo de la Guerra Civil. Luciano, nacido en 1924, tenía tan solo 12 años cuando empezó la guerra pero a pesar de su elevada edad, aún guarda bastantes recuerdos de la contienda. Por otro lado, tanto su hermana María como el marido de esta, guardan también recuerdos, aunque en menor medida, ya que durante la Guerra Civil eran pequeños.
                                        De izquierda a derecha, María, Tomás y Luciano en su casa./ J.Roy


En primer lugar nos comentaron que en la guerra se “produjeron muchos asesinatos por una simple venganza venida de tiempo atrás”. Estas venganzas quedaban impunes al considerarse que la ejecución se había producido por “defender a la patria”.

Algunos ejemplos de venganzas son las que ocurrieron en esta Villa de Ambel. Hubo una ocasión en la que la Guardia Civil sorprendió, antes de empezar la Guerra, a dos jóvenes de Ambel robando melocotones en una finca cercana. Cuando empezó la Guerra, la Guardia Civil fue a por ellos por su anterior robo.
Otra historia de venganzas en el pueblo fue la de un hombre de Alcalá de Moncayo, localidad situada cerca de Ambel, que bajaba siempre a pedir limosnas al pueblo. Durante la Guerra se trasladó a Ambel a pedir limosnas y allí fue asesinado a tiros por dos habitantes de la Villa.

El odio entre personas de distintos pueblos también fue causa directa por la que se producían a menudo asesinatos. Un ejemplo lo podemos encontrar en este pueblo de Ambel, donde unos jóvenes fueron asesinados por otras personas de la localidad vecina de Bulbuente, porque antes de comenzar la guerra “habían bailado con las mozas de su pueblo”.

La Guerra Civil en Ambel también supuso la división de propiedades públicas, destinadas unas a las personas afines a los Nacionales y otras destinadas a los habitantes de izquierdas. Este es el caso del bar o asociación “La Sociedad” que aún perdura actualmente bajo el mismo nombre. Cuando estalló el conflicto, esta asociación se dividió en dos partes. Por un lado, aquellos con una ideología católica fundaron el “Bar Círculo Católico”. Por el otro lado, las personas de ideas izquierdistas se asentaron en otra parte del edificio bajo el mismo nombre (“La Sociedad”). Además de esta división del espacio también se produjeron divisiones en las pertenencias de la asociación, “mientras unos se quedaron la trilladora, otros tuvieron que conformarse con el gramófono”. Sin embargo, las pertenencias del ala más izquierdista fueron quemadas durante una noche por los falangistas.




La Falange en la localidad

El grupo de falangistas asentado en la localidad contaba con un cuartel y un puesto de vigilancia situado en la entrada del pueblo, desde donde vigilaban cualquier anomalía en la entrada de personas. Además, el grupo de la Falange propagaba los principios del Movimiento Nacional a través de diferentes actividades. Las mujeres o niñas de la localidad contaban con la Sección Femenina, en la cual se impartían clases para aprender a coser, y se desarrollaban conocimientos para “ser una buena mujer con tu marido y tus hijos”.

Mientras, la Falange potenciaba entre los varones las vestimentas falangistas en las iglesias. Cada joven “iba vestido” con un traje de soldado falangista junto con un fusil y un dibujo del yugo y de las flechas mientras desfilaba en la procesión. De esta manera se introducía a los jóvenes el sentimiento nacional. Sin embargo, en muchas ocasiones las procesiones eran boicoteadas por los republicanos más radicales, quienes “ponían los remolques llenos de fiemo” al paso de la procesión.
Otro de los aspectos que acercaban a los jóvenes a la Falange, fue un “pequeño cuarto con cuatro sillas y una mesa” situado en el cuartel de los falangistas y destinado a los niños para su diversión.

Luciano, María y Tomás nos cuentan alguna historia sobre su familia. Hubo una ocasión en la que un familiar suyo fue a escuchar la radio a casa de un amigo y los denunciaron a ambos por “una supuesta reunión clandestina”, sin llegar finalmente a ser juzgados.

Siguiendo con nuestra amena e interesante conversación llegamos al tema de los fusilamientos y asesinatos por ideas políticas. Los tres ancianos con los que conversamos están de acuerdo en que “el alcalde que se encontraba en el cargo en ese momento tenía una actitud de protección frente a los habitantes de su pueblo”. Tanto el alcalde, Gerardo Melero (miembro de Acción Ciudadana), como el juez del ayuntamiento hacían caso omiso en todo momento a las peticiones de la Guardia Civil, cuando estos preguntaban por rebeldes republicanos afincados en el pueblo, aún a sabiendas de que sí los había.

Uno de los comunistas que había en la localidad fue Mariano Morte. Este hombre que trabajaba como segador, fue perseguido por sus ideas comunistas por la Guardia Civil. Tuvo que esconderse en la montaña, “malviviendo dentro de las cuevas” y recibía diariamente alimentos de sus hijos Leandro, “Juanito” y Ángel. Su afán de supervivencia le salvó de la muerte mucho antes de lo que se produjo, pero finalmente, a pesar de que el alcalde no había mostrado a la Guardia Civil el paradero del segador, ya que según este alcalde fue “una de las mejores personas que había en el pueblo”, el agricultor fue encontrado y sentenciado a muerte. Su fusilamiento se llevó a cabo en el pueblo de Magallón, zona donde se realizaban todos los fusilamientos de la Comarca. En la actualidad se han encontrado en dicha localidad diferentes fosas comunes de los fusilados en la pared del cementerio.

El fin de la Guerra: vencedores y vencidos.

Cuando terminó la guerra, los falangistas y los franquistas salieron a las calles a celebrarlo. Los “vencedores” mandaron al campanero del pueblo que realizara una inscripción en las campanas de la iglesia. En la inscripción se podía leer: “EL AÑO DE LA VICTORIA”.

El campanero no pudo sino  hacer la inscripción en la campana a pesar de que era conocido en el pueblo por su condición de republicano, sin embargo “a pesar de sus ideas políticas, la vida seguía y era mejor vivir que morir”.

Cuando terminamos de hablar con Luciano, Tomás y María intentamos sacar conclusiones de todo lo hablado en los cincuenta minutos que duró el coloquio. La frase final que puede resumir lo que supuso la guerra para España, y en la que todos los allí presentes estaban de acuerdo era que la Guerra Civil, al margen de ideologías, “fue el mayor desastre que ha vivido nuestro país”, ya que se separaron a familias, amigos, además de todos los fallecidos que la guerra se llevó, que en la Comarca de Borja superó los 300 fallecidos, siendo el pueblo de Gallur el lugar donde más personas fueron asesinadas con un total de 73 personas.

1 comentario:

  1. Me interesa el Moncayo porque mis abuelos maternos fueron de Ólvega. He estado allí, pero no hubo tiempo de que me contaran cómo había pasado en ese pueblo la sublevación franquista. Los abuelos no estuvieron allí, se habían ido a Francia, forzados por el hambre. Estando en Francia simpatizaban con la República, así que de haber permanecido en Ólvega, quizás los hubieran fusilado. ¿quién sabe?

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